Como ya os he dicho, en el año 1970 hubo un terremoto que aparte de los muertos que causó por si mismo en la zona por caida de casas etc, provoco que unos 6km cubicos de glaciar del nevado Huascaran (recordemos, el 2º pico mas alto de Sudamérica) se desprendieran de la montaña, arrastrando e incorporando en su frenetico descenso por las laderas todo lo que pillaba: rocas, arboles, tierra. Resultado: una avalancha que tardo 3 minutos en llegar a 2 pueblos situados a unos km en las laderas del nevado, el mas importante de ellos se llamaba Yungay.
Se calcula que con las adquisiciones que hacía la avalancha en su camino de bajada fueron al final unos 30km cubicos de barro, rocas, hielo y otros restos las que llegaron a los pueblos en una ola furiosa. Se estima un frente de entre 8 y 16m de altura y medio km de anchura a más de 300km/h precipitándose sobre los pueblos, con rocas del tamaño de una habitacion.
Cuando los habitantes estaban todavia reponiendose del susto del terremoto, va y les llega este regalito.
Esta avalancha arraso y sepultó completamente los 2 pueblos en un abrir y cerrar de ojos. Unas 20.000 personas murieron casi instantáneamente. Se salvaron unos niños que estaban en el campo de futbol esperando la actuación de un circo (la avalancha no llego al estadio) y la gente que en ese momento estaba en la parte alta del cementerio (cuya parte superior era mas alta que la avalancha y por tanto se quedo como un islote salvador en medio de la nada).
El nuevo pueblo de Yungay se ha reedificado a cierta distancia del primigenio, y éste ha quedado como destino turístico para ver el cementerio, los restos de la iglesia -impresionante imaginar la fuerza de la ola que arraso sus muros de cerca de 1m de grosor- y pasear sobre los restos de 20.000 personas que descansan a unos metros por debajo de donde se camina. Se ve bastante bien la zona de la avalancha como una lengua de tierra con bordes medio definidos (han pasado ya 42 años).
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